Me callo. Sé que no estás, que te has ido sin decirle nada a nadie, de incógnito. Y a pesar de que en las calles me reclama tu ausencia, guardo silencio, finjo que estás: te lo he prometido. Como tú a mí llamarme cuando regreses, corporeizar tu voz fórmula mágica en mis oídos, cogerte de mi brazo y acompasar mis pasos con los tuyos.
Eso me has prometido.
Y mientras, pasan los días y las noches velan, bajo al buzón a ver si hay carta tuya, de esas que se escribían antes, de esas impregnadas de tu olor y de tu trazo, incluso de tu acento, y juego a ser cartógrafo de los lugares que hemos recorrido juntos.
Así es la espera.
Insomne.
Larga.
Alucinada.