Y pensar que chasquea Dios los dedos y una canica que no estaba estalla en carcajadas y surgen de ella no sé cuantos miles o millones de universos, así, tan gratuitamente, y en uno de ellos danzan asteroides y cometas, planetas e incendios circulares, y hay agujeros negros que te dicen que te engullen y que se cargan el espacio tiempo, como para decirnos que no sabemos nada, sino lo que está delante de nuestras narices, y que en uno de esos valses tan del siglo XIX corteja un planeta a su dorada estrella, y en él, equilibrio inestable, han pasado las horas con una rapidez tan increíble que ya no están los dinosaurios ni los mamuts ni los sumerios, y en este mismo instante nos hemos encontrado, dos apenas entre miles de millones. Y pensar…
-Así es la vida -me dirás-: milagro.