Mi amor, el alba
apenas alborea, apenas enciende el sol, es toda blanca.
Es blanca sin matiz, muda sin trino y fría sin arrullo.
La cuna está vacía.
Se agosta el corazón. Gime.
Gime la Tierra sin entrañas.
Porque ya no las siente,
porque ya no le queman,
ya no le arden haciéndole girar en alocado sueño.
Era un sueño de amor,
¿recuerdas?
Y, sin embargo,
estéril es ya el canto, y ya es tibia la luz y frío el desamparo.
Has de salir, lo sé. Has de partir a tus quehaceres.
Cuando te vayas,
cierra la puerta tras de ti. Pero antes
silencia cualquier ascua.
Y no esperes el sol:
hoy no saldrá,
como tampoco brillará mañana.