Borges se vislumbró a sí mismo en el centro de un laberinto: él era el Minotauro y el Minotauro era él. Los pasillos eran iguales, réplicas unos de otros, reiterativos e infinitos. La soledad era su condena.
A veces, yo me duplico en Borges. Porque en esta sociedad compleja que hoy habito, dominan las estructuras. Consisten, también, en pasillos interminables, en aristas agudas, en trayectorias que llevan siempre al mismo sitio.
Europa es un laberinto. El Leviathán lo ha regulado todo. La razón ilustrada nos ha arrojado a ti y a mí en galerías idénticas unas a otras. ¡Si pudiéramos encontrarnos! ¡Si pudiéramos hilvanar, como el de Ariadna, con nuestra palabra el hilo que seguro nos guiara a la salida!
Pero yo sé que en uno de los recodos, junto a los aljibes quizás o en el reguero de tu voz que tercamente se derrama, te encontraré, lo sé. Y entonces ya no estaremos solos, ya no seré yo el único, ni tú tampoco. Seremos dos, y quizás tres: ¡quién sabe los lamentos que ignoramos!
¡Encuentro! ¡Mirada, palabra, abrazo! Fuera del laberinto murmura la lluvia mansa.
Precioso; » quién sabe los lamentos que ignoramos» que verdad tan enorme… si tan solo pensaramos y actuasemos por ello, una vez a la semana, seríamos grandes de espiritu.
Gracias, Gloria. Espero que aprender a escuchar y a acompañar esos lamentos, que muchas veces no oímos por lo fuertes que suenan los nuestros, sea una enseñanza que aprendamos en estos tiempos de crisis. De hecho, es la única manera de salir de ella.
Me gusta. Vivimos en una estructura cerrada, en una jaula. Año tras año nos han acostumbrado a vivir de una forma, a tener unas necesidades… Parece que no hay alternativa a la manera de gobernar, de dirigir las empresas, de educar a nuestros hijos…
Ya. Por eso hay que pensar de otra manera a como nos tienen acostumbrados. ¡Hay que hacer un foro!
Hermoso. Mucha poesía y mucha realidad que puede verse salvada con la palabra, con el encuentro dialógico . Me quedo con esta frase misteriosa, mítica y anunciadora: ¡Si pudiéramos encontrarnos! ¡Si pudiéramos hilvanar, como el de Ariadna, con nuestra palabra el hilo que seguro nos guiara a la salida!
¡Vale! Siempre me sorprendes. Si quisiera una crítica, te contrataría para hacerla, porque entiendes a la perfección lo que quiero expresar. Además, haces que lo que escribo valga más de lo que realmente vale.