En estos días me llegó una advertencia: «Te leo algo triste…». Al principio, pensé que no era tristeza lo que se leía en mis entradas anteriores, sino la realidad que nos rodea: una realidad en la que las cifras cuantifican la desesperanza de millones de personas.
Y, sin embargo, en las letras que me llegaron se escondía una verdad: la de que nuestros ojos tiñen nuestros días de colores tristes o alegres, según se les antoja.
La mirada, a la que he dedicado artículos o capítulos de un libro (y de la que parecía haberme olvidado), es capaz de transfigurar nuestro mundo y presentarlo como campo fecundo para el cultivo, como mesa para el almuerzo entrañable con los seres más queridos, como pantalla para proyectar una película fascinante.
En esta aventura no estamos solos, y es tan apasionante como olvidarse de los problemas propios para pensar en cómo juntos, con el aporte solidario y creativo de cada uno, podemos conseguir que cada familia cuente con aquello que le permita vivir con dignidad.
Mira a tu alrededor con una mirada nueva…
Tienes razón. Necesitamos una nueva mirada para descubrir la necesidad de los que nos rodean y ayudarles. Los que no han perdido su trabajo y su vida continúa como siempre, corren el peligro de continuar mirando de la misma manera, pensando que su realidad es la realidad de todos